Los cursos de verano de las universidades renuevan su oferta cada año posicionándose como un referente en la agenda de muchas personas a quienes les motiva la idea de volver a conectar durante unos días con el espíritu universitario.
El propósito de la formación es una expectativa que a veces queda en un plano teórico ante la dificultad real de encontrar tiempo durante el ciclo habitual para asitir a clase. La verdadera oportunidad reside en encontrar algún tema que realmente te encante y te apetezca conocer más información sobre el mismo.
1. Formación intensiva
Una de las ventajas de la formación presencial de los cursos de verano es que los programas son breves. Propuestas que se imparten en modalidad intensiva y que, por tanto, optimizan la gestión del tiempo en torno al objeto de estudio.
Una formación en la que el alumno no tiene que vivir ningún tipo de examen ni de prueba final. Asistes a clase, tomas apuntes, escuchas, aprendes de las preguntas de otros compañeros, planteas tus propios interrogantes y atiendes a ponentes interesantes. Lo más importante es elegir un tema que realmente te encante tanto como para dedicarle una parte de tu verano.
2. La cultura no se va de vacaciones
La cultura puede estar presente durante las vacaciones de verano de múltiples formas posibles. Un viaje, la lectura de nuevos libros, el cine, el aprendizaje de idiomas y, también, los cursos de verano de las universidades. Propuestas que dan vida a las aulas durante los meses de julio y agosto.
Conciliar el descanso con este tipo de actividad es una idea compatible en la agenda. Cuando llegue el mes de septiembre tendrás el recuerdo en tu memoria de distintas experiencias que han enriquecido tu diario estival.
3. Encuentro intergeneracional
La universidad forma parte de la vida de muchos jubilados que después de terminar su vida laboral retoman su contacto con este proyecto personal. Universidades de mayores a las que asisten alumnos siendo un ejemplo de curiosidad inagotable.
Los cursos de verano también son un ejemplo de espacio de educación que tiene un enfoque intergeneracional gracias a la asistencia de personas de distintas edades.
4. Actualización del currículum
El mes de septiembre es un ciclo que con frecuencia describe el inicio de un nuevo principio propicio para el establecimiento de nuevos objetivos.
Pero en esta pausa del verano también puedes seguir formándote para actualizar el currículum con el dato de esta formación, conocer a nuevos especialistas en la temática del curso que centra tu interés y, principalmente, para aprender por aprender.
Porque el conocimiento es un fin en sí mismo. La formación continua acompaña a muchos profesionales que añaden nuevas competencias en un mercado que demanda esta adaptación al cambio.
5. Inversión en felicidad
Los cursos de verano tienen, además, un coste económico. Una inversión en formación que adquiere un significado personal para cada estudiante que emprende esta aventura estival.
El alumno tiene la oportunidad tanto de hacer cursos relacionados con su rama de especialidad como de aprovechar este momento para profundizar en otra rama del conocimiento por la que siente curiosidad. Este puede ser un buen momento para tener un primer contacto con ese objeto de estudio.
Si valoras la posibilidad de hacer un curso de verano en 2019, elabora tu propia lista de motivos y elige aquel programa que esté alineado con tu propia motivación.