Aprobar un examen sin estudiar absolutamente nada es un hecho poco probable. Sin embargo, sí puede ocurrir que no hayas estudiado tanto como hubieses necesitado. Y, a pesar de no haberte preparado perfectamente para la prueba, sí consigas el aprobado. Existen distintos tipos de exámenes. Aquellos que tienen un formato tipo test tienen la ventaja de que ofrecen la respuesta indicada entre varias opciones disponibles. Puedes intentar deducir la información utilizando tu razonamiento. En Formación y Estudios te damos cinco consejos prácticos.
1. Aprovecha el tiempo en clase
Esta atención es clave ya que es en la rutina del aula donde se produce gran parte del aprendizaje. Toma apuntes y pásalos a limpio si lo crees necesario. Además, pregunta al profesor cualquier duda que tengas. Quizá esa duda también la tenga otro compañero de clase. Y, por tanto, la respuesta del docente ayuda a todos los allí presentes a entender mejor un dato.
2. Selecciona los aspectos verdaderamente importantes
Si tienes poco tiempo para estudiar, porque ya se acerca la fecha del próximo examen, selecciona los puntos verdaderamente importantes y céntrate en ellos. Es decir, descarta otras cuestiones que tal vez centren la atención del examen. Sin embargo, cuando se producen estas circunstancias, puedes utilizar esta estrategia para poner en relación el tiempo disponible para estudiar con aquellas cuestiones que tal vez, con más probabilidad, entren en el examen.
3. Esquemas y resúmenes
Existe una gran diferencia entre saberlo todo de un tema y desconocer cualquier dato. Por ello, también puedes simplificar el contenido y sintetizarlo a través de la realización de esquemas y resúmenes que te ayuden a aprobar a pesar de haber estudiado poco. Antes de realizar el esquema, subraya el texto. Marca en un color que te guste, o con lápiz, las ideas verdaderamente relevantes. Y utiliza esta información previa para desarrollar después una exposición sencilla.
4. Intensifica el estudio en la recta final
Haber llegado a los días previos al examen sin haber estudiado, puede convertirse en la razón definitiva por la que el alumno decide no intentarlo. Y, sin embargo, todavía está a tiempo de darse una oportunidad. Estudiar bajo presión supone un esfuerzo importante. Y, sin embargo, tal vez tengas la suerte de que en el examen te pregunten algo que has aprendido en esta recta final.
5. Comprensión lectora
Existen errores de interpretación que, de entrada, están condicionando de forma negativa la posibilidad de encontrar la respuesta correcta. Por ello, lee con detenimiento la información y dedica el tiempo que necesites a esta cuestión. No por querer avanzar más deprisa, finalizarás antes el examen. Lo verdaderamente importante es avanzar paso a paso. Utiliza tu razonamiento para, a partir del enunciado de la pregunta, plantear la respuesta. Quizá en algunos casos no te sientas preparado para hacerlo. Pero también puede ocurrir que cuentes con los medios y recursos necesarios para expresar con tus propias palabras algunas de las ideas principales.
Empieza a responder las preguntas más fáciles o aquellos puntos de los que conoces las respuesta. No te estanques en aquellos ejercicios que te parecen más difíciles.
6. Inténtalo
Siempre que realizas un examen, incluso cuando te has preparado perfectamente para la prueba, experimentas cierto nivel de incertidumbre porque desconoces cuáles serán las preguntas concretas. Quizá conozcas a algún amigo que en algún momento logró aprobar un examen sin estudiar. Esto es algo poco probable, especialmente, en la etapa universitaria cuando el nivel de dificultad de las asignaturas es tan alto. Pero, a pesar de ello, puedes presentarte al examen e intentarlo. De hecho, esta experiencia puede darte lecciones muy importantes para el futuro. Es decir, esta experiencia puede ayudarte a no repetir los mismos errores.