Aunque estudiar es una rutina que acompaña a cada estudiante durante muchos años de su vida académica, existen múltiples matices que muestran que el repaso y las tareas pueden afrontarse desde perspectivas diferentes. A veces, el periodo de estudio se concreta durante la noche. Generalmente, quien opta por dicho horario tiene motivos concretos para adoptar la determinación de ocuparse de sus objetivos en este contexto.
Algunas personas trabajan y preparan una oposición al mismo tiempo. También conviene mencionar el caso de padres y madres que concilian su desarrollo laboral con la atención de las responsabilidades familiares. En Formación y Estudios analizamos los beneficios y las contraindicaciones.
Beneficios de estudiar por la noche
El silencio en el hogar favorece la concentración en el estudio. En ese momento de la jornada, el resto de familiares, la pareja o los compañeros de piso están descansando. Lo mismo sucede con los vecinos que viven en el mismo edificio. Por tanto, se reducen los ruidos, las distracciones y las molestias. Por el contrario, el silencio de la noche favorece la atención, la comprensión lectora y la concentración.
En ocasiones, estudiar por la noche durante un periodo concreto se convierte en una forma de ganar tiempo para lograr un objetivo académico o profesional. Es decir, la persona reorganiza su agenda para ocuparse de un proceso que no puede integrar fácilmente en la mañana o la tarde. En ese caso, surge una tercera posibilidad: estudiar por la noche (aunque la idea resulte muy poco apetecible). Algunas personas sienten que son más productivas y creativas durante la noche que al inicio de la jornada. El tiempo se invierte mejor y se aprovecha de forma más consciente. Como hemos mencionado, se reducen las distracciones de forma notable. Por ello, los minutos que se dedican al estudio se gestionan con mayor eficacia y la información se asimila antes.
Estudiar por la noche: ¿Cuáles son las contraindicaciones?
Estudiar por la noche es una posibilidad que debería valorarse, únicamente, durante un periodo temporal muy concreto. Es decir, es recomendable que el horario indicado no se convierta en la alternativa habitual a largo plazo. Hay que tener en cuenta que una rutina de estudio que se integra durante la noche incide de forma general en el estilo de vida. Por ejemplo, modifica un hábito tan esencial como el sueño y el descanso.
Estudiar de noche no solo puede modificar un hábito tan importante como el descanso, sino interferir en los planes sociales. Cuando la persona acumula el efecto de la falta de descanso, que se produce un día tras otro, no comienza la jornada con un alto nivel de energía. Además, estudiar durante el día ofrece la posibilidad de aprovechar la luz natural (así sucede cuando la zona de estudio está situada en un entorno próximo a una ventana). La luz artificial, por el contrario, se convierte en el punto de apoyo durante la noche. Pues bien, la primera opción es más saludable para mejorar el cuidado de la vista.
La contraindicaciones del estudio durante la noche se perciben, principalmente, a través de las consecuencias que plantea esta experiencia. Es un horario que puede interferir en otros muchos aspectos del estilo de vida como, por ejemplo, en los planes sociales, en la realización de las tareas de la casa, en la gestión de los recados y en otros muchos objetivos. Estudiar durante la noche no facilita las otras tareas, puesto que puede sumar un cansancio añadido al inicio del día.
En conclusión, estudiar por la noche es una posibilidad más entre otros horarios disponibles. Sin embargo, conviene elegir este periodo de la jornada de forma temporal en un plazo muy concreto.