Si realizamos un sondeo entre los docentes y les pedimos que retraten su aula ideal es muy probable que dentro de los deseables figure el hecho de que una clase perfecta sería aquella en la que los alumnos se mantienen atentos la mayor parte del tiempo. Es cierto que resulta complicado prolongar el interés de manera constante durante varias horas, no podemos olvidar que nadie mantiene al mismo nivel su curva de atención todas las horas, ni siquiera todos los días.
Entonces, ¿cómo mantener un mayor interés y evitar en lo posible las distracciones del aula?. Es muy probable que sea necesario ajustar el calendario de clases. A primera hora los alumnos mantienen una mayor receptividad y se muestran más atentos, todo lo contrario de lo que sucede a última hora de la mañana, en donde el cansancio ha dejado huella. Las asignaturas (Matemáticas, Física, idiomas, …) y actividades (un examen, por ejemplo) para las que se requiera una mayor capacidad cognitiva deberían figurar listadas en las primeras horas de la agenda diaria. Para el final de la mañana es mejor dejar aquellas que requieran el uso de la creatividad (plástica, multimedia, talleres, exposiciones orales,…) o aquellas que sirvan para el ocio y el esparcimiento (visitas al exterior, educación física, …).
Por otro lado, es importante saber estimular la participación de la clase cuando se imparte una materia. No hay nada más soporífero que escuchar a alguien hablar incansablemente durante mucho tiempo sin oportunidad de poder intervenir. Hacer pausas, realizar rondas de preguntas y respuestas, simultanear la palabra con presentaciones visuales (infografías, vídeos,…) y establecer una empatía con ellos dejando unos minutos para que se sientan libres para explicarse es una forma de «despertar» su participación y reducir considerablemente los picos de descenso del nivel de atención.
Comprender que el viernes, así como los días previos a vacaciones o festivos, son días algo más complicados porque los alumnos se muestran más cansados, distraídos, incluso más eufóricos que de costumbre. Ser un poco más condescendiente en estas situaciones permite que las clases no sean una experiencia frustrante para ninguna de las partes.