La cultura es un valor fundamental del ser humano, es un alimento del conocimiento y del espíritu. Por tanto, la cultura es un bien social, una forma constructiva de elevar el bien común a través de la identidad que aporta ese patrimonio universal de la sabiduría a través del arte, la filosofía, la ciencia o la lectura.
1. Actividades de tiempo libre
La cultura trasciende al propio ámbito académico. Cualquier persona, más allá de su titulación, puede apreciar los recursos culturales como una fuente de entretenimiento interesante para el ocio.
Por ejemplo, la oferta teatral, la agenda musical, el catálogo de bibliotecas y librerías, las visitas guiadas a monumentos emblemáticos, la participación en fiestas y tradiciones de pueblos y cuidades, revistas o blogs de interés…
2. Cuidado del legado cultural
Es cierto que el momento histórico actual está marcado de manera positiva por la innovación, el progreso y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, el cuidado del legado cultural que forma parte de la historia es una referencia constante para el crecimiento del ser humano.
Por ejemplo, la voz de aquellos autores que forman parte de la literatura universal es una inspiración continua más allá del momento y el tiempo en el que escribieron sus obras.
3. Promoción de la lectura
Este es uno de los grandes retos de la sociedad actual. Las nuevas generaciones son cada vez más visuales. Sin embargo, rescatar la magia del libro, fomentar la disciplina de la lectura es un valor esencial porque los libros también son un recurso para estimular la curiosidad y fomentar el aprendizaje autodidacta.
4. La cultura genera puestos de empleo
Aquellas personas que trabajan en el sector de la cultura son especialmente vulnerables cuando este sector no recibe el apoyo deseado. A su vez, el apoyo a quienes forman parte de la cultura es una responsabilidad social.
Sencillamente, porque esos profesionales elevan la actividad cultural de un lugar con su implicación, su trabajo y su talento. Piensa, por ejemplo, en el caso de los actores y actrices que por medio de su trabajo producen tantas emociones, tanta felicidad y tanta inspiración en el espectador.
A su vez, este apoyo a la cultura también es un valor añadido para las nuevas generaciones que se forman en profesiones relacionadas con este sector.
5. Poner en el centro a las humanidades
La ciencia es determinante para el desarrollo social. Pero también lo son las humanidades. ¿Por qué la filosofía no ocupa el lugar que le corresponde en la sociedad actual?
El pensamiento de Sócrates, Platón o Aristóteles es actual. Y una referencia continua para autores posteriores.
En relación con la filosofía, el diálgo en torno a la ética de los valores es determinante para no perder de vista el marco deontológico en la propia ciencia.
6. Felicidad
La cultura es un marco de libertad. Y la libertad es la base de la felicidad. Por esta razón, el acceso universal a la cultura es un valor democrático que iguala al ser humano de acuerdo a su dignidad.
Este acceso a la cultura se muestra, por ejemplo, en la capacidad de tomar las mejores decisiones para alcanzar este estado de felicidad. El mensaje tan repetido actualmente de que «tú puedes ser la mejor versión de ti mismo», un mensaje propio del ámbito del coaching, adquiere todo su sentido y verdad en la cultura.
Es decir, es la cultura la que permite que una persona pueda desarrollar este potencial de llegar a ser quien de verdad anhela.
7. Grandes mujeres de la historia
Invertir en cultura significa poner en valor el talento de tantas mujeres que a lo largo de la historia han destacado en su profesión; a pesar de que la historia no haya dado el espacio ni el lugar merecido a su talento.