La educación financiera no solo es importante para los autónomos, los emprendedores y los profesionales. Los conocimientos sobre la gestión del dinero, el ahorro y la inversión también son esenciales para las familias. Son muchas las decisiones que puedes tomar a lo largo de la vida, en las que el dinero está presente de algún modo: comprar o alquilar una casa, invertir en una idea de negocio, crear un fondo de ahorro o de contingencia, planificar unas próximas vacaciones…
El nivel de acierto de una decisión aumenta cuando la persona tiene una base sólida en su educación financiera. Todo cliente puede consultar el asesoramiento de un experto en la materia.
¿Por qué es tan importante la educación financiera?
Sin embargo, el sujeto dispone de sus propios recursos y competencias si se forma previamente en este campo. De este modo, aumentan las certezas y se reducen las dudas. Es un saber muy demandado, por ello, también se programan cursos de finanzas para no financieros. Talleres prácticos que se dirigen a alumnos que no son especialistas en este campo y, sin embargo, desean comprender las nociones básicas. El proceso de aprendizaje sobre la gestión del dinero es constante a lo largo de la vida y puede comenzar en la infancia.
La educación financiera ofrece recursos clave para lograr objetivos personales y profesionales relevantes. Por ejemplo, ahorrar una cantidad de dinero para tener un fondo de emergencia y de contingencia para cubrir gastos de futuro. La preparación para el periodo de la jubilación no solo puede poner el acento en el plano emocional o personal. Así ocurre cuando el protagonista visualiza los planes que le gustaría llevar a cabo después de finalizar su vida laboral. Dicha preparación también adquiere una perspectiva económica y material. Y la educación financiera es clave para desarrollar un plan de acción realista.
¿Qué beneficios ofrece la educación financiera?
En primer lugar, alimenta el sentido de la prudencia en relación con el riesgo. Todas las acciones relacionadas con la gestión del dinero producen consecuencias. Un hecho que es visible a partir de ejemplos muy sencillos. El exceso de gastos de la Navidad incrementa la cuesta de enero e impide el ahorro en la recta final de año. Por medio de la educación financiera puedes poner en conexión las decisiones presentes con otros objetivos realistas que, por algún motivo, quieres lograr a corto, medio o largo plazo. Esas metas te ofrecen una dirección en la práctica de la rutina cotidiana. Por tanto, puedes alinear tus decisiones con esa expectativa.
La incertidumbre de futuro que está tan presente en la actualidad también tiene su reflejo en el plano económico. La incertidumbre intensifica la motivación por el ahorro, incluso cuando se presenta como un reto difícil. Y para ahorrar una cantidad específica es necesario hacer una óptima gestión del presupuesto disponible.
Existen gastos fijos y variables a los que el sujeto hace frente cada mes. También existen gastos prioritarios y otros que son menos relevantes. Si la persona quiere incrementar el ahorro puede poner el acento en este tipo de casos.
Alcanzar la libertad financiera es el sueño de muchas personas. Una libertad que muestra la situación personal de quien no está condicionado o preocupado por asuntos económicos. La educación financiera es clave para avanzar en la dirección de ese horizonte.
En la recta final de año o en un cambio de etapa es habitual hacer balance de distintos aspectos de la vida. Entre ellos, la gestión de las finanzas. Por ello, la educación financiera ofrece las herramientas esenciales para poner en perspectiva los aciertos, los errores, las fortalezas y las debilidades.