
Cuando nos ponemos a estudiar en serio ya sea para un examen en concreto, para unas oposiciones, etc., intentamos por todos los medios que están a nuestro alcance concentrarnos no sólo en aprobar sino también en sacar la mejor nota. Quizás tu voluntad y tu disposición sean buenas pero quizás falla el cómo llevas a cabo ese estudio, consiguiendo después un suspenso o una nota inferior a la que esperabas. Si esto te sucede normalmente mi consejo es el siguiente: revisa tus técnicas de estudio. Y ya no sólo las técnicas sino también el ambiente en que el estudies.
Estudia para aprobar y sacar nota
Dice un estudio que las facultades y la inteligencia de cada uno sólo contribuye entre un 50% y un 60% a la hora de aprobar el examen con nota. El resto, ¿a qué crees que se debe?
- Al esfuerzo que cada uno realiza.
- A unas correctas técnicas de estudio (la técnica que puede irle bien a tu amigo no tiene porque irte bien a ti).
- A factores ambientales que favorecen y propician el estudio.
Las técnicas de estudio son las estrategias que utilizamos a la hora de ponernos a estudiar. La más típica es la siguiente:
- Lectura de un tema del temario.
- Lectura más pausada subrayando lo más importante de cada apartado.
- Esquema y/o resumen con los puntos más importantes del tema.
- Estudio de ese esquema o resumen (normalmente de memoria).
- Repetición en voz alta del tema para afianzar conceptos.
Esta podríamos decir que es la técnica más «antigua» y usada por todos, pero como dije antes, no tiene porqué irte bien a ti. Investiga diferentes técnicas posibles y trabaja en aquella que mejor vaya con tu forma de estudiar.

Técnicas de estudio eficaces y cómo aplicarlas
Reelaboración de apuntes
Transforma lo que tomaste en clase en una herramienta de aprendizaje: reescribe con orden, completa lagunas, utiliza títulos claros y resalta conceptos. Alterna tamaños de letra con moderación y añade elementos visuales (tablas, gráficos) para facilitar el repaso. Conecta cada nuevo apunte con temas previos para reforzar la estructura del temario.
Lectura comprensiva
Resúmenes y subrayado estratégico
Sintetiza en párrafos breves y recoge palabras clave y definiciones. Subraya con criterio: menos es más. Asigna colores por categoría (concepto, ejemplo, fórmula) para ubicar rápido la información. Así prepararás materiales de repaso de alta calidad.
Fichas de estudio (flashcards)
En una cara, pregunta o término; en la otra, respuesta. Son ideales para vocabulario, fórmulas, fechas y definiciones. Úsalas en repaso espaciado y mezcla tarjetas fáciles y difíciles. Puedes crearlas a mano o con aplicaciones digitales especializadas.
Audio y refuerzo auditivo
Esquemas, mapas conceptuales e infografías
Usa organizadores gráficos para jerarquizar ideas, conectar conceptos y comparar elementos. Esquemas con llaves o flechas, mapas conceptuales con conectores, cuadros comparativos por columnas e infografías para condensar datos complejos. Pueden hacerse a mano o con herramientas digitales.

Reglas mnemotécnicas prácticas
Asocia lo nuevo con lo conocido. Emplea acrónimos o acrósticos, historias breves con números incrustados y palabras gancho para secuencias. Cuanto más personal y significativo sea el vínculo, mejor funcionará la memoria.
Explicación oral y método Feynman
Explica el tema con tus palabras a alguien (o en voz alta). Detectarás lagunas al intentar simplificar. Reescribe hasta que puedas exponer con claridad. Es una técnica excelente para comprender a fondo materias densas.
Ejercicios, test y simulacros
Practicar es imprescindible. Haz ejercicios, test y modelos de examen para medir dominio, reforzar lo débil y entrenar el tiempo. En tipo test, practica hasta encadenar aciertos de forma sostenida.
Método Pomodoro
Trabaja en bloques de 25 minutos con 5 de descanso. Tras cuatro bloques, pausa larga. Define de antemano objetivo concreto por bloque y elimina distracciones. Es ideal para evitar la fatiga mental y mantener el foco.
Método Cornell
Divide la hoja: columna amplia de apuntes y columna estrecha de preguntas o claves. Al final, redacta un breve resumen. Facilita el repaso activo respondiendo tus propias cuestiones.
Grupos de estudio bien organizados
Acuerden un objetivo por sesión, tiempos y roles. Sirven para resolver dudas, comparar enfoques y explicar en voz alta. Requieren disciplina para no derivar en charlas improductivas.

Hábitos, entorno y planificación que multiplican resultados
- Planifica con calendario: metas, sesiones y repasos periódicos.
- Cuida el entorno: lugar silencioso, buena iluminación y materiales a mano.
- Descansa bien: el sueño consolida la memoria y el rendimiento.
- Reduce distracciones: móvil en silencio y avisos desactivados durante bloques.
- Refuerza la motivación: fija metas alcanzables y reconoce avances.
Si lo que falla en ti es la motivación a la hora de estudiar: siempre estás buscando excusas para no ponerte a ello, dedica un tiempo a reflexionar, y pregúntate lo siguiente:
- ¿Por qué estás estudiando?
- ¿Qué quieres lograr con ese estudio?
- ¿Te gusta lo que estudias?
- ¿Tienes tus objetivos claros?
- ¿Estudias en la franja horaria adecuada?
- ¿Descansas correctamente por las noches?
Si ves que algo falla en alguna de estas preguntas, modifícalo. Siempre puedes mejorar tu rendimiento con empeño, esfuerzo y constancia. Para quienes compaginan estudio con trabajo o familia, prioriza bloques cortos de alta concentración, aplica repaso espaciado y apóyate en materiales visuales y audio para estudiar en tiempos muertos.
Integrar técnicas activas (flashcards, Cornell, Pomodoro, mnemotecnia) con un entorno cuidado, metas claras y simulacros te permitirá estudiar con menor esfuerzo improductivo y mayor retención a largo plazo. Ajusta, mide y vuelve a ajustar hasta encontrar tu combinación ganadora. ¡Mucho ánimo y muchísima suerte en los exámenes!
