El estudio implica un aprendizaje. Un aprendizaje que facilita la adquisición de distintas habilidades. En Formación y Estudios enumeramos algunas de ellas a continuación.
1. La importancia de las habilidades sociales en el aula
El aula es un espacio de encuentro en el que distintos alumnos, que se encuentran en un mismo periodo académico, crean un marco creativo. Un escenario en el que existe diálogo, escucha y colaboración. Por ello, el estudio trasciende a la individualidad puesto que cada alumno va más allá del «yo» a través del compañerismo. Las habilidades sociales crean un espacio feliz.
2. Habilidades de gestión del tiempo en el estudio
El tiempo es un recurso finito y, por tanto, el estudiante debe aprovecharlo con eficacia. Existen errores de organización del calendario que facilitan el aprendizaje posterior: por ejemplo, posponer para el último momento la preparación de un examen es un hecho que produce consecuencias. Las habilidades de gestión del tiempo potencian el logro de objetivos cumplidos.
3. Habilidades tecnológicas en la etapa académica
La verdadera esencia del aprendizaje reside en el aspecto humano. Sin embargo, la innovación en el aula también aporta nuevos recursos y herramientas como la tecnología. La utilización de los recursos tecnológicos es un aprendizaje indispensable en aquellos estudiantes que se forman en este contexto temporal. A través de estas habilidades, los alumnos utilizan de forma eficaz cada recurso. Conviene puntualizar, además, que este tipo de habilidades también son fundamentales en el ámbito profesional.
4. Habilidades reflexivas durante el estudio
El alumno recibe una gran cantidad de información a lo largo de su vida académica. A través de esta aproximación a la realidad avanza en los objetivos de las distintas materias. Sin embargo, el estudiante no desempeña un rol activo en este proceso de enseñanza- aprendizaje, sino que él es protagonista de esta aventura del saber. De este modo, es importante que los alumnos alimenten su capacidad de reflexión para profundizar en un asunto.
Por ejemplo, enlazando este punto con el anterior, es recomendable que un estudiante sepa diferenciar una fuente de información de Internet fiable, de aquella que muestra datos sin contrastar. Esta habilidad reflexiva también se muestra en el estudio cuando el alumno realiza preguntas al profesor y anota observaciones en aquel texto que está leyendo.
5. Habilidades transferibles en la etapa académica
Además de los datos ya mencionados hasta el momento, también conviene destacar la importancia que poseen este tipo de competencias. Existen aprendizajes que no solo pueden aplicarse en un contexto específico, sino en diferentes áreas. Por ejemplo, el trabajo en equipo aprendido a partir de una experiencia concreta, tiene aplicación directa en diversos ámbitos. El ejemplo de la comunicación también muestra cómo las palabras son esenciales en cualquier asignatura.
6. Proactividad para estudiar
La iniciativa resulta esencial para un estudiante que, gracias a su implicación, disfruta más de su proceso de aprendizaje. Esta proactividad se adquiere de forma gradual al afrontar nuevos retos que son acordes al grado de responsabilidad que tiene el protagonista en función de su edad. Esta iniciativa, a su vez, también alimenta la autonomía.
Un estudiante es proactivo, por ejemplo, cuando profundiza en un texto a través de la elaboración de esquemas, resúmenes y otras técnicas de estudio. También adopta esta posición cuando establece un calendario de estudio que cumple con responsabilidad. Un estudiante proactivo no pospone su responsabilidad constantemente.
En Formación y Estudios hemos enumerado cuáles son los tipos de habilidades que adquieren los estudiantes a lo largo de su vida académica: las habilidades sociales, las habilidades de gestión del tiempo, las competencias digitales, la reflexión y la proactividad son algunos de los ejemplos que puedes tener en cuenta.